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¿Soy un buen profesor? Esta es una pregunta que nos hacemos constantemente quienes nos dedicamos a este loable oficio. Hay días en que estamos motivados y todo va bien, pero cuando nos sentimos agotados y miserables podríamos pensar que no somos buenos profesores. Pero nada más lejos de la realidad. Ser un buen profesor es una tarea compleja, sin embargo, no se trata de perfección, ni mucho menos. Siempre habrá altos y bajos en el camino, como en cualquier otra profesión.

Si bien la percepción de los alumnos juega un papel fundamental, y esta es siempre subjetiva, hay parámetros generales con los que se puede determinar si eres un buen profesional de la docencia o no. Para ello es importante que comprendas lo lejos que está la calidad de la enseñanza de la mera transmisión de información o de la imagen de un profesor acartonado incapaz de mostrarse real frente a los alumnos.

Por tales motivos, las preguntas que formularé, a continuación, puede que te parezcan extrañas. Esto se debe a que no están relacionadas con lo mucho que sabes de un tema o con lo perfecta que llevas la ropa. Hoy en día los chicos esperan mucho más de ti.

Al final, te diré los criterios en que nos basaremos para decidir si eres un buen profesor, si estás en camino o estás lejos de serlo.

¿Aceptas la diversidad?

No solo de pensamiento, sino de formas de aprender. Si eres un buen profesor, seguro comprenderás que tus alumnos no son seres creados en serie, cual productos sacados de una fábrica. Estás consciente de que tienen historias, habilidades, intereses y formas diferentes de percibir el mundo. Aunque te planteas objetivos generales, has entendido que las formas de llegar a ellos variarán según el alumno.

Tomando esto como base, tu clase es heterogénea, así como la evaluación que aplicas. Cuando das clases, te apoyas en diversos recursos para abarcar todas las formas en que tus estudiantes reciben mejor la información. En tus clases, un alumno auditivo aprende tanto como uno visual o uno kinestésico.

Además, no evalúas un solo aspecto, no te conformas con la capacidad de memorizar conceptos. Tus alumnos tienen la oportunidad de demostrar sus conocimientos de muchas maneras, como: a través de un debate, una dramatización, una imagen o cualquier otro recurso válido.

Por otro lado, los estudiantes se sienten libres de expresar sus ideas, por muy “alocadas” que puedan parecer y sabes cómo darles la importancia que se merecen. Siempre con respeto y sin romper los límites de la convivencia.

¿Entiendes que el alumno es el centro de la clase?

Un buen profesor sabe que la clase no se trata de él, sino de todo lo que un alumno pueda llevarse de ella. Comprende que él es solo un medio para que los chicos logren objetivos de aprendizaje y que ese es su único protagonismo. Por lo tanto, aplica disciplina, pero no se ofende por cada error de los alumnos. No hace de las clases una forma de auto complacencia para sentirse el mejor, sino que contribuye con elevar los niveles de autoestima de sus estudiantes.

Si eres un buen profesor, tus clases no son un monólogo eterno de lo que tú piensas de cada tema, ni mucho menos obligarás a tus alumnos a plasmar tus opiniones en un examen. De sobra hemos visto profesores que reprueban a los alumnos si estos no responden en una prueba lo que ellos dijeron en clases. Esta es una de las peores formas de egocentrismo docente.

¿Aplicas la disciplina positiva?

Cuando eres buen profesor, no necesitas ser autoritario para que los alumnos te respeten. Sabes que, si juntos crean las normas de convivencia, estableces una buena comunicación y te comportas siempre como el adulto, tus clases se mantendrán bajo los principios del respeto, la armonía y la libertad. También, entiendes que la niñez y la adolescencia están llenas de un cierto encanto caótico. No habrá nunca silencio absoluto, más bien sobrará el derroche de energía y vitalidad. De no ser así, tendrías que preocuparte.

Aprender bajo el orden es importante, pero orden no significa que todo esté perfectamente alineado, en completo silencio y estático. Comprendes que la vida es movimiento, así que estás relajado ante la idea de que habrá momentos de voces mezcladas, agitación y risas estruendosas. Tienes claro que esto no impide convivir en sana paz.

Si quieres saber más acerca de la disicplina positiva visita este artículo: Qué es la disciplina positiva y 5 formas de aplicarla en el aula.

¿Eres el ejemplo vivo de lo que predicas?

Hay profesores lejos de ser buenos, que se dedican al sermón, a aleccionar constantemente y a enfocarse en lo que el alumno “debería ser”. Además, se valen de su jerarquía para justificar sus propias fallas, que son las únicas que se permiten en el aula. De esta manera, si un alumno llega tarde es motivo de sanción, pero si es él quien lo hace nadie puede quejarse. Esto es por solo dar un ejemplo evidente. Sin embargo, hay otros aspectos ocultos que, aunque como profesor intentes pasar por alto, serán percibidos de una u otra forma por tus estudiantes.

Así que, si tus clases son grandes lecciones de ética y moral, pero tu vida es un desastre, por muy bonitos que sean tus discursos no tendrán ningún efecto en tus alumnos. Para ser buen profesor es necesario que seas coherente entre lo que piensas, dices y haces, es la mejor manera de ser una figura respetable dentro del aula.

¿Te permites las equivocaciones?

A un buen profesor no le da vergüenza equivocarse, de hecho, sus alumnos lo verán como algo natural. Esto se debe a que usa las equivocaciones de sus alumnos como oportunidad para que ellos aprendan del tema tratado en clase y de la vida en general. No desestima los errores ni los usa como una forma de dominación.

Un buen profesor no se lleva bien con la fórmula clásica: “Si los alumnos saben menos, yo podré saber más que ellos y tener el poder”. Todo lo contrario, sabe que su poder está precisamente en lograr que sus alumnos se empoderen a través del aprendizaje. Cuanto mejor le vaya al alumno, mejor será su práctica docente.

Los profesores buenos se sienten libres de equivocarse porque saben que de ahí se desprende la magia del aprendizaje.

¿Inviertes en tu desarrollo personal?

El desarrollo personal es de vital importancia para un profesor. Hoy en día los alumnos tienen información disponible al alcance de la mano, a través de las nuevas tecnologías. Un docente ya no puede ser un mero transmisor de información, sino que tiene que emplear herramientas para promover la apropiación del aprendizaje. Por lo tanto, ya no solo debe preocuparse por especializarse en la o las materias que imparte, sino en adquirir recursos efectivos para enseñar a aprender.

Las habilidades blandas, el crecimiento personal, los hábitos saludables y la inteligencia emocional se hacen indispensables si quieres ser un buen profesor. De esta manera, podrás ayudar mejor a tus alumnos a alcanzar sus metas y estarás más sano, tanto mental como físicamente.

Conclusión…

Si las respuestas fueron afirmativas en su mayoría o te sentiste identificado con la descripción de buen profesor que hice, ¡te felicito! Si solo fueron afirmativas la mitad de las respuestas o menos, no hay de qué preocuparse. Eso solo significa que tienes oportunidad de mejorar y replantearte ciertos aspectos de tu forma de enseñar.

Sin embargo, como te mencioné al principio, ser buen profesor es una tarea compleja que nunca deja de transformarse. La evolución de las personas es constante, por lo que la de un buen profesor también. Así que, si esta es tu vocación, ¡no te rindas! Sigue adelante.