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Motivar a los alumnos no se trata de convencerlos de que vean las cosas desde tu perspectiva u obligarlos a que se entusiasmen por algo que no les interesa. Se trata de poner a los alumnos en primer lugar, identificar lo que les gusta, lo que no, conocer sus intereses y deseos e incorporar algunas de esas cosas a tus clases, de manera que se sientan identificados con el contenido y participen más activamente.

A continuación te dejamos 3 recomendaciones que puedes implementar en tus clases para motivar a tus alumnos y sacar lo mejor de ellos.

1. Conecta tus clases con problemas del mundo real

Te resultan familiares las frases: «esto no me sirve para nada» o «¿cómo puedo usar esto en la vida real?». Sin duda, estas son algunas de las frases más antiguas y recurrentes que podemos escuchar.

Ya sea que estés enseñando a multiplicar, los elementos de la tabla periódica, un poema o la historia internacional, intenta usar tu creatividad para conectar lo que estás enseñando con lo que está pasando en este momento en el mundo real y principalmente en la vida de tus alumnos.

No es suficiente leer acerca de que las plantas nos ayudan a respirar. Cultiva algunas plantas en el salón de clases y, durante la primavera, trasplántalas al jardín del colegio o a un parque cercano. Muéstrale a los niños que lo que aprenden en el aula también funciona en la vida real.

Para poner otro ejemplo, podrías reflexionar sobre por qué Shakespeare ha perdurado y sigue siendo estudiado durante todos estos siglos y el motivo por el cual otras obras no lo han hecho. Podrías conectar esto con por qué hoy en día la voz de algunas personas se escucha con más atención que la de otras. Por ejemplo, la opinión de los políticos suena más fuerte que la de inmigrantes que llegan buscando refugio de desastres naturales o una situación económica dura. Puedes usar algo tan simple como la poesía para generar en los alumnos un espíritu crítico y reflexivo acerca del mundo que nos rodea.

2. Relaciona el contenido de tus clases con los intereses de tus alumnos

Para un alumno, no hay nada peor que la información aislada. Por ejemplo, muchos no disfrutan la clase de historia, principalmente por la forma en que se les presenta.

A veces, se presentan los temas como unidades de estudio aisladas y no se lleva un hilo conductor que permita entender que en definitiva toda la historia está relacionada. Esto, por ejemplo, hace difícil para los alumnos realizar la conexión entre la historia local y cómo influyó lo que estaba pasando al mismo tiempo en el resto del mundo.

Es importante conocer a tus alumnos, entender lo que puede captar su interés y utilizar esas cosas en tus clases. Intenta mantenerte abierto a modificar tus lecciones en función de lo que surja de tus alumnos.

Supongamos que estás enseñando sobre los sonetos de Shakespeare a estudiantes de 12 o 13 años. Puede ser que este no sea el tema más atractivo para ellos, pero es posible que igual quieras o te exijan que lo enseñes. Al hablar de un poeta inglés, del siglo XVI a estudiantes cuyos antepasados probablemente provienen de otros países, puedes comparar su poesía y estilo con la poesía y estilo de escritores de otras partes del mundo, particularmente con escritores de aquellos países de donde vienen los antepasados de tus alumnos.

Por ejemplo, al final de la unidad, puedes pedirles a los alumnos que escriban sus propios poemas tomando como base su poeta favorito o el que más les haya gustado de los que vieron en clase, en lugar de pedirles a todos que escriban un soneto genérico.

3. Proporciona a los alumnos objetivos medibles

Los alumnos pueden o no decirte lo que esperan obtener de cada clase. Asegúrate de darles un objetivo medible como resultado de lo que tienen que hacer, ya sea ver un video sobre el tema del curso, dar una presentación en público o entregar un informe. Darle a los alumnos algo por lo que trabajar es una de las mejores maneras de mantenerlos motivados y comprometidos.

¿Qué pasaría si comenzaras tu clase de Shakespeare planteando el objetivo final? Podrías empezar diciendo algo así como: «Hoy les voy a enseñar a escribir como Shakespeare y vamos a utilizar esa habilidad para pagar nuestro viaje de fin de curso».

Para recaudar fondos, puedes hacer que los alumnos escriban poemas, armen un libro con el compilado de lo que escribieron y lo publiquen online usando servicios gratuitos como Kindle Direct Publishing o Lulu. Los alumnos también pueden vender su libro a sus familiares, amigos y conocidos. Siendo completamente honestos, la venta del libro probablemente no alcance para cubrir el costo del viaje en su totalidad, pero toda la experiencia será muy beneficiosa para desarrollar en los alumnos un espíritu emprendedor.

Establecer objetivos tangibles y medibles les dice a los alumnos exactamente para qué están trabajando y los ayuda a medir en qué etapa están y si lo lograron o no. En este caso, ellos lograron el objetivo en el momento que pudieron vender el libro que ellos mismos escribieron, incluso si las ganancias recaudadas alcanzan solo para cubrir parte del viaje. Esta lección era acerca de Shakespeare pero también acerca de la dedicación, el compromiso y el trabajo duro que se necesita para emprender cualquier cosa en la vida.

Conclusión

Puedes intentar motivar a tus alumnos todos los días con tu entusiasmo, una sonrisa y preocupándote por ellos, pero eso no siempre es suficiente. Motivar a tus alumnos no se trata de ti, se trata de ellos. Pon a tus alumnos, sus intereses y deseos en primer lugar cuando planifiques tus clases y verás como comienzan motivarse e involucrarse de forma natural.

Cuéntanos en la sección de comentarios más abajo. ¿Qué formas utilizas para motivar a tus alumnos y mantenerlos entusiasmados?